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30 Si el pueblo hubiera podido comer el alimento hallado entre nuestros enemigos, quién sabe cuanto mayor daño hubiéramos hecho a los filisteos».

31 Sin embargo, hambrientos como estaban, persiguieron y mataron a los filisteos desde Micmás hasta Ayalón, debilitándose cada vez más. 32 Y aquella tarde se lanzaron sobre los despojos de la batalla y mataron ovejas, bueyes y cabritos y comieron carne sin desangrar.

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